Cuando sea grande ¡yo no voy a ser así!

EL FACE DE MENTITA-51

Hola nuevamente!

Después de la publicación el mes pasado, del primer artículo “MI HIJO NO ME HACE CASO… QUÉ PUEDO HACER?” de nuestra nueva sección en Mentita: #maternidad en tribu; recibí muchos comentarios (los cuales agradezco infinitamente) que me han llevado a reflexionar, que todos como MAMÁS Y PAPÁS, pasamos por experiencias muy similares; y que eso que nos cuesta trabajo, también a los demás les cuesta. Es decir, QUE NO ESTAMOS SÓLOS y que todos formamos parte de este mismo barco, llamado Maternidad/Paternidad.

Pero hubo, especialmente un comentario (de mi hermana, por cierto) que me sirvió como recordatorio y que sobretodo me llevó a reconectarme con mi Ceci chiquita, de hace años.

Resulta que cuando yo era niña, casi todos los días se nos hacía tarde para salir a la escuela (¿a alguien le ha pasado?). Y hubo una racha (que posiblemente duró mucho) donde a la hora del desayuno, Ceci (su servidora) de posiblemente 3 o 4 años, se echaba encima su licuado de chocolate o su jugo de naranja, justo antes de salir corriendo a la escuela.

Sí, así como mi hija de 2 años, se echó la jarra de agua encima!!! Me pasaba a mí pero, entre 2 o 3 veces por semana (según recuerda mi hermana) y aunque a veces exagera un poco, es la referencia más confiable que tengo hasta el momento.

Bueno, pues agradezco la memoria de mi hermana y el que me compartiera esta anécdota; porque la verdad, ya había olvidado esos episodios, que aunque ahora me despertaron risas, de niña recuerdo que los vivía de forma bastante penosa. Sobre todo porque no era en el mejor momento para nadie y solían generar enojos fuertes y regaños, aunado a la preocupación de llegar tarde.

Esto me llevó a recordar que no es fácil (nada FÁCIL) ser niño. Recordé que los adultos no siempre (y a veces, casi nunca) entienden a los niños, ante “accidentes” de este tipo. Nos ganan las prisas, la frustración, la impotencia y el enojo.

img_7337

Este recordatorio me permitió conectarme conmigo y mis sentimientos cuando era niña y no me entendían. Y algo que de pronto llegó a mi mente, fue lo que yo pensaba en esos momentos, que era: “Cuando sea grande yo no voy a ser así, yo no me voy a enojar ni voy a ser tan dura con mis hijos”.

Lo difícil, lo que más me movió, es que ahora como mamá, SÍ me enojan esas cosas, SÍ llego a explotar ante situaciones que no puedo controlar y que resultan de pequeños accidentes o de algunos descuidos y había olvidado lo que YO sentía siendo niña. Recordé lo tensa que me ponía ante la prisa y el “se nos hace tarde” y… lloré! Lloré porque recordé que, a veces, soy la adulta que no quería ser.

Lo bueno de esto y la razón de querer compartirlo con ustedes es, porque al recordarlo, he podido hacer cambios que no había visto antes. He podido estar más tranquila, menos acelerada, más comprensiva y sobre todo más conectada con mis pequeños torbellinos.

Espero que esto también los ayude a conectar con esos niños que fueron. Y que ahora como papás quienes fueron y quienes son ahora… estoy segura, de que la relación con sus hijos, será la más recompensada!!!, puedan ser ese cambio, que como niños desearon en algún momento.

Definitivamente todavía queda mucho por aprender… y nuestros mayores maestros, son nuestros hijos.

Gracias por leerme y darse la oportunidad de reconectar con quienes fueron y quienes son ahora… estoy segura, de que la relación con sus hijos, será la más recompensada!!!

 

 

Leave a comment